sábado, 3 de marzo de 2012

"Niño Pájaro"


Me había esfumado toda esa tarde, deseaba unirme con el viento y girar sin sentido, caminar por la inmensidad. Quería ser un trocito de cielo, tal vez una nube. Siempre quise saltar tan alto y tomarme de las orejas del sol y esperar a que anocheciera para poder ver si duerme o sale a caminar. Desde pequeño había querido desprenderme de mi propia sombra y ser un solitario, experimentar mundos de colores, escalar montañas altas y saltar al vacío, volando… volando por sobre el mar, para sentir la brisa de mar y ser una hoja al viento. Siempre quise perderme en la infinidad, por eso esa tarde esquive las razones y guardé en mi mochila, los sueños y mi viejo abrigo morado. Había anhelado siempre desprenderme del suelo, siempre quise ser alguna estrella o el viento sin razón, pero amaba tanto a la gente que mis raíces se quedaban siempre aquí. Siempre había sido un árbol que quiso volar.

"Te esperé"


Amor mío, estuve tanto tiempo esperando para verte aparecer, tanto tiempo aguardando mis deseos, conteniendo mis emociones, para sólo verte amanecer una tarde de marzo. Viví escondido de la realidad, reservando mis ánimos para ti, estuve muerto por tantas noches que pensé que no volvería a ser feliz. Pensé que no volvería  probar tus labios, que se habían acabado todas las sonrisas cómplices, temí que no regresaras y que te convirtieras en una sombra lejana, en un recuerdo de infancia, de esos que se miran con nostalgia.
Tuve que soportar tanto, lloré tantas tardes viendo el anochecer, mientras el sol se marchaba triste y se bañaba en el mar. Yo soñé tantas veces verte aparecer por allí en el horizonte, pero cada noche despertaba, y se suicidaban las esperanzas de ver tus ojos inmensos otra vez. Pero cuando me había dormido la vida, cuando se apagó la llama de mi interior, te volviste a pasear por mi corazón, te apareciste sonriéndome y besaste mi mejilla, estabas tan brillante, eras como una estrella. Y yo casi muerto, con mente desquiciada y lejana del mundo, sólo te sonreí y te dije: Te estuve esperando, tengo una vida para ti… Y entonces murió mi corazón por ti.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Un Invierno contigo

Quisiera sentir tu aroma cuando se haya quemado todo lo que queda de mi juicio, estar a tu lado cuando todos mis soles se mueran de inanición, perdidos en su propio calor, en su propio ego tortuoso.
Desearía conocerte en el verano más oscuro, y esperarte tantas noches en silencio como sea necesario. Añoro encontrarme con tus ojos llenos de sabor, con tu sonrisa angustiante y tus labios delirantes, para convertirme en tu cáncer y amarnos hasta morir.
Tendríamos tanto miedo al futuro que nos esconderíamos de las horas, y dejaríamos de existir para vivir en un mundo torcido y extraño, en un universo paralelo hermoso y demente que sólo albergaría nuestras lunáticas esencias.
Quisiera sentir el frío de tus labios en un invierno nevado, tomar tu mano mientras corremos entre la lluvia, abrazarte en un atardecer gris y convertirme en el insensible trasquilado que anhelan tus terroríficas maneras.
Yo no quiero sólo tus veranos calidos y tus perfectas líneas, no esperaría tu porcelana barata y bien parecida, elegiría una y mil veces todos tus errores, todos tus miedos y alegrías yo amaría. Quisiera vivir todo un invierno contigo… lejos de la realidad, fríos abrazados en silencio, muriendo día a día para ser felices.